En el año 1950 Argentina se consagra campeón mundial de básquet. Sesenta años después los jugadores conservan el mismo espíritu de equipo. Son personas de idiosincrasia y estratos sociales distintos, pero los une una profunda amistad forjada por los años, el básquet y la injusticia. Durante los violentos años cincuenta la política se ensañó con sus vidas, dejando heridas que hasta el día de hoy no han podido cicatrizar.